Robot salvaje es el nuevo buque insignia de DreamWorks.

Muchos conoceréis DreamWorks. Ya sabéis, esa productora estadounidense responsable de traernos películas y sagas animadas tan conocidas como Shrek, Madagascar o Kung Fu Panda; así como otras menos conocidas, pero que muchos recordarnos con cariño ya que marcaron nuestra infancia. Películas como El príncipe de Egipto (1998), La ruta hacia El Dorado (2000) o Megamind (2010), son sólo algunos ejemplos.

Este año DreamWorks ha lanzado algunos proyectos que, – si bien no han sido un desastre -, están muy alejados de la calidad a la que nos tiene acostumbrados. Sin embargo, todo eso cambió el 11 de octubre. Fecha en la que se estrenó Robot salvaje. Una película que ha sido todo un éxito tanto en críticas como en taquilla. Y que ya dicho de paso, se ha convertido en una de mis películas animadas favoritas de DreamWorks. Pero no nos adelantemos. Empecemos por el principio…

robot salvaje

Robot salvaje: Una historia sobre la naturaleza y la maternidad

La película de Robot salvaje está inspirada en la novela homónima escrita por Peter Brown. Por lo que tenemos que tener en cuenta que estamos delante de una adaptación. Como aún no me he leído el libro, no puedo compararlo ni saber qué tan fiel es a la obra original. Eso sí, DreamWorks ya ha dado luz verde a la secuela de Robot salvaje, por lo que también tendremos la oportunidad de ver los acontecimientos del segundo libro de esta saga, titulado “El Robot salvaje escapa”.

Pero centrémonos en el presente. ¿De qué trata la película? Robot salvaje nos narra las aventuras de un robot de servicio – llamado unidad 7134 de Roz o simplemente “Roz“- quien acaba naufragando en una isla desahitada. Desprovista de una tarea que llevar a cabo, nuestra protagonista empezará a adaptarse a este entorno hostil, lleno de peligros pero de una extraña belleza. Mientras tanto, irá conociendo a los animales de la isla, quienes en un principio la ven como un monstruo y una amenaza. Sin embargo, todo cambiará el día en el que se ve obligada a convertirse en la madre adoptiva de un pequeño ganso. Al cual tendrá que cuidar y enseñar a volar antes de que llegue el otoño.

La historia que presenta Robot salvaje me ha gustado mucho. Aunque sí he notado que la trama se alarga un poco más de lo que debería. Sobre todo en el tercer acto, el cuál me resultó algo más pesado y caótico.

Donde más brilla la película es en la construcción de sus personajes. Y no estamos hablando solamente de su evolución a lo largo de la trama, sino en cómo se van desarrollando sus vínculos con los demás. En este caso, el vínculo más destacable es el que tiene Roz con Pico Brillo – el pequeño ganso al que acaba adoptando. Una relación materno-filial que está muy bien desarrollada. Y no es de extrañar, teniendo en cuenta que el director de esta cinta es Chris Sanders. El mismo hombre que dirigió Lilo & Stitch (2002) y Cómo entrenar a tu dragón (2010). Dos películas que hacen un especial hincapié en la capacidad de establecer relaciones afectivas con aquellos que son diferentes a nosotros.

La maternidad es uno de los temas que se tratan en esta cinta, pero no es el único. Robot salvaje también nos habla de lo importante que es “romper nuestra programación”. Todo ello reflejándolo en la naturaleza, la cuál tiene un papel protagónico en la cinta. Y es que, como ya mencioné anteriormente, Roz es un robot creado por los humanos para servir a los humanos que acaba quedando atrapada en un entorno natural y salvaje. Por lo que, durante la primera parte de la película, nos dejan ver este choque entre la tecnología y la naturaleza. El orden y la lógica frente al caos y el instinto de supervivencia que predominan en la naturaleza.

Vemos como poco a poco, Roz se va integrando en el bosque alejándose de su tarea para la que inicialmente había sido programada. A la vez que los animales también dejan de verla como a un monstruo y empiezan a cambiar su comportamiento. Entendiendo que a veces para sobrevivir tenemos que dejar a un lado nuestras diferencias y cooperar. Un mensaje que creo que es muy importante en los tiempos que corren.

Una de las películas más emotivas y bonitas del año

Os mentiría si os dijera que no he llorado con esta película. Y es que Robot salvaje sabe como tocar la fibra sensible a su público.

En gran parte esto es gracias a sus entrañable personajes. Me parece increíble como han conseguido dotar de tanta humanidad a un robot y a unos animales, sin la necesidad de humanizarlos poniéndoles ropa o haciendo que se comporten como humanos. Al revés, Robot salvaje refleja muy bien como se comportarían estos animales en su habitad natural. Muchos de ellos son desconfiados, otros crueles e incluso territoriales.

Mi personaje favorito fue, sin duda, el zorro Fink. Un personaje muy carismático y profundo que forma parte del trío protagonista. Además, en la versión original le da voz Pedro Pascal.

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No obstante, lo mejor de Robot salvaje lo podemos encontrar en su apartado visual. La manera en la que recrean todos los escenarios naturales, la forma en la que están animados los animales… Todos estos elementos están tan bien trabajados que realmente dan ganas de llorar. Y es que Robot salvaje no solo es una película de animación para toda la familia, sino que también es una experiencia artística.

Su estilo artístico me recordó mucho al de los cuadros impresionistas. Sobre todo por como implementan el color y la iluminación en algunos planos. También se pueden observar algunas pinceladas sueltas, utilizadas principalmente para crear los fondos y las texturas de los personajes. Lo cuál le da un toque único a la cinta.

Por último, no puedo acabar este análisis sin alabar la BSO de esta película. Compuesta por el compositor estadounidense Kris Bowers, quien también ha participado en otras superproducciones como Los Bridgerton o Green book.

La música es muy importante en este tipo de cintas. Y Robot salvaje cumple con creces, consiguiendo crear momentos realmente mágicos como lo es la escena de la migración. Utilizando la música como un medio de comunicación no verbal. Por aquí os dejamos la BSO, la cual no tiene desperdicio.

Conclusión

No os hemos hecho clickbait. Robot salvaje podría ser perfectamente la mejor película de animación del año. Su historia, – así como los temas que trata-, no dejan indiferente a nadie. Una cinta con una madurez increíble, muy recomendable tanto para niños como para adultos.

A esto hay que sumarle su apartado visual. Ya que Robot salvaje es una de las películas de animación más bonitas a nivel visual de los últimos años. Y eso no es decir poco… Ya que este mismo año he tenido la oportunidad de traeros películas de gran calidad técnica como Wish: El poder de los deseos o Del Revés 2.

Así que, si tenéis la oportunidad, id a ver Robot salvaje al cine. Es una de esas películas que vale la pena ver en la pantalla grande. Eso sí, llevaos pañuelos.

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