La monumental obra dirigida por Brady Corbet, promete arrasar en los Oscars.

Queda menos de una semana para que se celebre la 97ª edición de los Premios Oscars. Una de las entregas de premios con más repercusión dentro de la industria del cine. En Beyond Games, hemos tratado de analizar todas las películas candidatas a estos premios. Sin embargo, – y como ya sabréis los que nos seguís en Twitter -, ha habido muchas que se nos han quedado en el tintero. No obstante, aún nos queda una bala por disparar. Y es que, no podíamos dejar pasar la oportunidad de hablaros de una de las favoritas para ganar el Oscar a la Mejor Película. Estamos hablando de The Brutalist.

Este filme ha sido nominado en 10 categorías, una marca únicamente superada en esta edición por Emilia Pérez. Eso sí, arrasó en los Globos de Oro, ganando un total de siete premios. Incluida Mejor Película Dramática y Mejor Director. Ahora bien, independientemente de los premios que se haya llevado, ¿qué tal está la película? ¿Realmente es tan buena como dicen? ¿Vale la pena ir a ver esta cinta de más de tres horas y media de duración? Todas esas preguntas trataré de responderlas a continuación.

The Brutalist presenta una historia compleja, íntima y original

The Brutalist nos cuenta la historia de László Toth, un visionario arquitecto judío, que llega a Estados Unidos huyendo de la posguerra. Su sueño es empezar una nueva vida junto a su esposa y su sobrina. Por eso, László acaba estableciéndose en Pensilvania. Allí un adinerado y prominente empresario industrial llamado Harrison Lee Van Buren, parece reconocer su talento para la arquitectura. Por lo que le contrata para llevar a cabo una obra colosal, con la promesa de ayudarle a cuidar de su familia y dejar un legado que perdure en el tiempo.

El argumento de esta cinta toca varios temas importantes. Siendo quizás el más presente a lo largo de la película, y también el más notorio, el tema de la inmigración. Y es que, The Brutalist es una deconstrucción del sueño americano.

Al principio de la película, nuestro protagonista llega a Estados Unidos solo, pero con la esperanza de dejar atrás su trágico pasado marcado por la guerra y empezar una nueva vida junto a su familia. Durante la primera mitad de la película, se nos hace creer que a pesar de las dificultades que se le presentan a László, este puede tener un futuro en este país. Que su vida puede cambiar a mejor y que si hace las cosas bien, puede llegar a ser respetado incluso por la élite estadounidense.

Sin embargo, a medida que va avanzando la película, nuestro protagonista se irá dando cuenta de que el poder tiene un alto precio; y que “América” no es el país de las oportunidades que él se había imaginado.

The Brutalist refleja muy bien la xenofobia y el despotismo presente en la sociedad estadounidense. Como bajo esa fachada de prosperidad y libertad, se encuentra una sociedad donde el poder y el dinero lo son todo. Una sociedad hermética donde los fuertes se aprovechan de los más débiles.

Y si esto os suena familiar, es porque, a pesar de estar ambientada en los años 50 y 60, esta película retrata problemas que siguen vigentes en la actualidad. The Brutalist nos muestra el lado más oscuro de la inmigración y lo difícil que resulta a veces integrase en una sociedad tan cerrada como la estadounidense.

Otro tema que se abarca en esta cinta es el del legado. En este caso, a través de los ojos de un artista. Y es que desde el principio, podemos ver lo comprometido que está László con su trabajo. Vemos lo orgulloso que se siente de sus construcciones. Y es que, como él mismo menciona durante la película, sus edificios perdurarán en el tiempo. Siendo este su mayor legado.

Esto adquiere un significado mucho más profundo, si tenemos en cuenta que el personaje estuvo encerrado en un campo de concentración. Por lo que entiende perfectamente lo frágiles que son las personas y lo efímera e insignificante que puede llegar a ser la vida.

De ahí su obsesión por su trabajo. László quiere dejar algo por lo que la gente lo recuerde. Quiere demostrarle al mundo de lo que es capaz. Algo muy común entre los artistas: querer que la gente reconozca su trabajo y que este tenga un impacto en la sociedad.

Un reparto que encaja a la perfección

László Toth es un personaje lleno de matices. Está lejos de ser perfecto. De hecho, a lo largo de la película, toma algunas decisiones bastante cuestionables y, aún así, consigue que empatices con él. Y esto se debe en gran parte a la magnífica actuación que nos deja Adrien Brody. Un actor al que ya pudimos ver en El pianista (2002), en un papel similar.

No obstante, Brody no es el único actor que lo borda en esta cinta. Guy Pearce también hace un gran trabajo interpretando a Harrison Lee Van Buren. Su actuación logra convencerte de que su personaje solo es un excéntrico multimillonario apasionado por la arquitectura, para luego revelarte el monstruo que realmente es. Nos muestra las dos caras de una misma moneda. Su manera de hablar, sus expresiones, pero sobre todo, su manera de interactuar con el resto del elenco van mucho en esta línea. El deseo de poder, la hipocresía y engatusar a los demás para conseguir aquello que deseas…

Pearce realmente se metió mucho en su personaje y consiguió que acabase odiándolo. Y eso es bueno, pues este antagonista representa todo lo que está mal en la sociedad estadounidense.

Para mí, tanto Brody como Pearce ofrecen las mejores actuaciones de la película. Sin embargo, creo que uno de sus puntos fuertes de The Brutalist reside en la elección de su cast. Y es que, todos los actores y actrices que participan en el film hacen un gran trabajo.

Me gustaría destacar a Felicity Jones, quien interpreta a Erzsébet Tóth – la esposa de Lászlo. Ella es el tercer pilar sobre el que se sustenta la película. Su actuación me gustó bastante, sobre todo en el tercer acto donde tiene un mayor protagonismo. Escenas como su discusión en el coche con Lászlo o su enfrentamiento con los Van Buren, son un claro ejemplo de por qué Felicity Jones está nominada a Mejor Actriz de Reparto.

Fotografía, localización y montaje de The Brutalist

The Brutalist también destaca en su apartado técnico. Y es que, tanto la fotografía como el montaje son simplemente espectaculares. La película nos deja algunos planos que no solo son hermosos, sino que además, aportan muchísimo a la narrativa.

Esta cinta cuenta con imágenes realmente poderosas, que consiguen contarnos más que los propios diálogos. Y justo esa es la mayor virtud de The Brutalist. El buen uso que hace del lenguaje cinematográfico.

Esta obra ha sido dirigida por Brady Corbet, con un guion escrito en colaboración con Mona Fastvold y una cinematografía a cargo de Lol Crawley. Menciono esto, porque considero que The Brutalist es una obra coral. Una obra donde se han tomado decisiones conjuntas arriesgadas, que han ayudado a crear la mejor experiencia cinematográfica de los últimos años. Como por ejemplo, utilizar el formato VistaVision para rodar la película o añadir un intermedio de 15 minutos.

Conclusión

The Brutalist ha resultado ser una grata sorpresa para mí. Mi mayor miedo antes de ir a ver la película, era su larga duración. Pero después de verla, puedo aseguraros que en ningún momento se me hizo larga o tediosa. Al contrario.

Como ya he mencionado anteriormente, esta cinta es una de las mejores experiencias cinematográficas que he podido experimentar en los últimos años. Muy pocas películas consiguen encajar de manera tan armoniosa su historia, actuaciones y apartado técnico.

La verdad, es que no me extraña que The Brutalist haya sido nominada a 10 Oscars. Lo que ha conseguido Brady Corbet con esta cinta es una hazaña a la altura de muy pocos. Sin duda alguna, estamos ante una auténtica obra maestra.