La saga Alien regresa a la gran pantalla por todo lo alto.

En 1979 se estrenó Alien: el octavo pasajero. Una película que acabaría convirtiéndose en un clásico de las películas de terror y ciencia ficción. Esta cinta dio origen a una franquicia que ha tenido sus altos y sus bajos. Su última entrega – Alien: Covenant -, se estrenó en 2017. Desde entonces no hemos vuelta a tener una nueva entrega de la franquicia. Han tenido que pasar más de cinco años para que pudiéramos ver de nuevo al xenomorfo en acción en la gran pantalla.

Alien: Romulus se estrenó este 15 agosto. Prometiendo ser una “vuelta a los orígenes”. ¿Estará esta cinta dirigida por Fede Álvarez a la altura de esta saga con más de 40 años de historia?

Un regreso a los orígenes

Hablar de la saga Alien es algo complicado. Ya que su tono, – al igual que ocurre con cualquier franquicia con un número considerable de entregas -, ha ido variando a lo largo del tiempo. Pasando de ser cintas terror espacial donde unos personajes se quedaban atrapados en una nave con una criatura desconocida que iba cazándolos uno a uno; a ser películas más orientadas a la acción y la ciencia ficción. Su protagonista principal, – Ripley -, pasó de ser a una “scream queen”, a ser una especie de John Wick espacial.

Para esta nueva entrega se ha decidido volver a los orígenes y enfocarse casi al 100% en el terror. Para ello se escogió a Fede Álvarez como director y coguionista de esta cinta. Un director que ya tiene experiencia dirigiendo películas de este estilo. Algunos ejemplos podemos encontrarlos en el remake-reboot de Posesión Infernal (2013) y en No respires (2016).

Y es que, si algo hay que destacar en esta cinta, esa es su dirección. Alien: Romulus tiene muy buen ritmo. En ningún momento la película se me ha hecho larga o tediosa. En gran parte, esto se debe a que el director consigue crear una atmósfera de tensión que no decae a lo largo de la película. Desde el momento en el que entran en la estación espacial Romulus, sentimos que nuestros protagonistas están constantemente en peligro.

Fede Álvarez consigue trasladarnos a esa estación espacial abandonada. Una estación espacial que parece esconder numerosos secretos y peligros en cada esquina. Todo esto lo consigue gracias a la fotografía, los efectos de sonido y al uso de efectos prácticos. Sin embargo, de eso hablaremos más adelante.

Una historia decente con algún que otro guionazo

Alien: Romulus nos pone en la piel de un grupo de jóvenes que acuden a una estación espacial aparentemente abandonada, con el fin de conseguir los materiales necesarios para escapar de Weylan Yutani y comenzar una nueva vida. Sin embargo, lo que parecía una misión fácil acabará complicándose cuando descubran que la estación era utilizada por Weylan Yutani como una base experimental y acaben liberando sin querer a algunos abrazacaras.

A partir de ese momento, la película ira siguiendo la hoja de ruta que siguen todas las películas de Alien. Uno de los abrazacaras acabará infectando a uno de los miembros de la tripulación y de él nacerá un xenomorfo que dará caza al resto de personajes. En ese sentido la película es poco innovadora. Hecho que no será ningún problema, si sois fans de la saga Alien.

La película cuenta con un reparto encabezado por Cailee Spaeny y David Jonsson, quienes encarnan a Rain Carradine y a su hermano androide Andy. Ambos son el alma de la película y, – por qué no decirlo -, los que mejor actúan dentro de ella. Quizás el personaje más desaprovechado es el de Aileen Wu. Aunque bueno… Tampoco es que su personaje fuera el más carismático y, además, desde el principio tenía todas las papeletas para ser la primera en morir. De hecho, la película peca de predecible en ese sentido.

Lo que no es tan predecible es ese pequeño giro que mete al final el director. He de decir que esa nunca me la vi venir. No os contaré más, porque tampoco quiero haceros grandes spoilers, pero esa adicción que hizo al final puede dar mucho juego en futuras entregas. Además, en esa parte final se nos muestra una de las escenas más terroríficas de toda la saga Alien. Y no estoy exagerando.

A pesar de tener un guion más que decente, Alien: Romulus peca de lo mismo que otras películas de su género. Sí, estamos hablando de los guionazos. Y esta película tiene muchos.

Habitualmente, las películas de terror tienden a poner entre las cuerdas a sus protagonistas; ya sea debido a las malas decisiones de estos o a la aparición de una amenaza externa. El caso es que muchas veces los guionistas acaban viéndose obligados a utilizar recursos baratos para equilibrar la balanza y mantener con vida a los protagonistas. Recursos como que el asesino o la criatura que persigue a nuestros personajes no los mate directamente, sino que se dedique a jugar con ellos o a intimidarlos; o que el protagonista acabe haciéndose con un arma para hacer frente a la amenaza y que pase de ser una víctima indefensa a tener las habilidades de un marine.

Pues bien, todos estos ejemplos aparecen en Alien: Romulus. Pero si obviamos todas estas conveniencias del guion y nos centramos en disfrutar de la carnicería y de las escenas de acción que predominan en todo el tercer acto de la cinta; os aseguro que la disfrutaréis como niños pequeños.

Alien: Romulus es cine

Pasemos a hablar del apartado técnico y visual. Dos apartados que esta película aborda a la perfección. Sin exagerar, no me extrañaría que esta película estuviera nominada a algún Oscar por las categorías que vamos a abordar a continuación.

Empecemos por la fotografía. Simplemente sobresaliente. Alien: Romulus nos deja algunos planos que consiguen transmitir un montón de emociones al espectador. Esta cinta consigue que nos sintamos pequeños, solos y desprotegidos en un entorno hostil. Y todo esto sin mostrarnos si quiera al xenoformo ni a los abrazacaras.

Sabes que una película es excelente a nivel visual si consigue contarte una historia sin utilizar una sola palabra. Utilizando únicamente recursos visuales como la fotografía, la iluminación y el color. Y Alien: Romulus es el ejemplo perfecto de esto.

Los efectos de sonido también están muy logrados. Sobre todo el de las criaturas. Sin embargo, el verdadero protagonista de Alien: Romulus es el silencio. Haciendo así honor al lema de esta saga: “En el espacio, nadie puede escuchar tus gritos”.

La BSO está compuesta por Benjamin Wallfisch. Este reutiliza algunas melodías que ya oímos en películas como Prometheus (2012) y añade nuevos temas que pegan con el tono de la película. Ayudando a generar tensión y epicidad a partes iguales.

No podemos terminar el análisis de una película de ciencia ficción sin hablar de los efectos especiales. El director Fede Álvarez comentó en una entrevista que la mayor parte de los efectos de este filme serían prácticos. Y vaya si se nota.

Pocas veces los xenomorfos y los abrazacaras se habían sentido tan reales. Realmente parecen que están ahí y esto acaba ayudando a que el espectador sienta auténtico horror al verlos. Un aspecto muy importante en el cine de monstruos.

Conclusión

Alien: Romulus es una vuelta a los orígenes. El regreso de la saga al horror espacial. Aunque este lejos de ser tan icónica como la primera película, hay que admitir que es mucho mejor que la gran mayoría de sus antecesoras.

Lo más destacable de la cinta es, sin duda alguna, su apartado técnico. Por lo que, si tenéis la ocasión, os recomiendo que vayáis a verla al cine. Vale totalmente la pena. Sobre todo si sois fans del terror y la ciencia ficción.

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